31 ene 2007

(CABE)CITAS (EX)CITABLES 1.0


"Se podrá ser un animal, un perfecto burro, un caballo, un bestia de primera, un gran bruto o un zopenco, pero sólo el ser mula nos dignifica, nos redime y nos eleva más allá de estos jiotosos horizontes de pretensión e hipocresía, en donde vuelan zopes con aliento a cuxa".

Rex 21; 2-3

Ilustración cortesía de Guguel.

18 ene 2007

¡ACASO NO SOS HOMBRE, PUES!



Lo más pisado de la vida es el tiempo, muchá. El tiempo es como cuando uno tiene asientos y no para de cagar y de cagar; todo el rato corriendo al baño, soltando el chorro de mierda en una nica o manchando los calzoncillos. Con el tiempo van pasando mierdas y no hace falta ser cabrón para llegar a la conclusión de que nada es para siempre, de que igual que las Rayo-Vac y los cuquitos diadiez len, todo se acaba. Los mulamaltecos (hombres) nos la llevamos de muy machitos, de que nunca lloramos. Si no somos güevudos, somos chichudos o culeros; pero jamás maricas. Llorar está prohibido; chillar, pior. ¡A la verga la nostalgia, el sentimentalismo y todas esas huecadas! ¡Huy, chis, fúchila! ¡Ay de aquel “varón” (como dicen los pisados que se suben a las burras a hablar de Dios) que dé muestras de echar de menos algo, de sentirse pura mierda, de andar de bajón, de hacer pucheros, de andar chipe! ¡Ja, se lo lleva la gran puta! Ahora aguantate, vos Nando, ¡acaso no sos hombre, pues! Para solapar nuestra parte sensible, nos escudamos en talishtadas y en chingaderas; sale mejor. En la tarde, nos cagamos de la risa de Güicho porque se le salieron las lágrimas al enterarse de que habían aventao a la mierda a su chucho; pero por la noche, metidos en la cama, chillamos de la rabia al darnos cuenta de que ya somos mayores de edá y no sabemos lo que es tener una traida. Así es la mierda. Sin embargo, seguimos indios con que sólo las nenas lloran y que, en cualquier situación, hay que ser “hombres” y hinchar los güevos.

Hablo del tiempo porque con el tiempo los cuates ya ni se hablan, los traidos se separan, algún familiar pasa a mejor vida o al vecino que saludábamos todas las mañanas le quiebran el culo. Lo pisado es que en Mulamala nos acostumbraron a tragarnos las babosadas tristes que nos pasan. Además, que un chavo suelte un par de lagrimitas al final de una lica puede ser señal de que tiene el pito y los güevos de plástico. Que chille cuando su equipo pierde la final de la Chanpions o del Mundial, ¡pior! Lo mismo pasa cuando nos manda a la mierda una traida o cuando un hijueputa nos truena el hocico. De patojos no teníamos que llorar si nos caímos de la cama, si botábamos el helado cabal cuando íbamos a lamerlo, si el suela de nuestro primo nos birlaba nuestros cincos o si nos estallaba un cuete en plena Nochebuena. ¡Ah, patojo más chillón este, hombre! Si seguís chillando se va a levantar tu tata a hacerte bailadito, pues. Ahora que ya somos mayorcitos nos acordamos de todas esas ondas y nos da risa. Aquel “¡ya chillás, ya chillás!” acompañado de rítmicos talegazos en la paleta de los pupitres que, en coro, la clase entera nos cantaba cuando nos acababa de reglaziar la seño Beti o el profe Hugo; y uno nel, nada de chillar, apretando el aniceto y respirando fuerte, haciéndose el torito, hasta que ya, hinchado en rabia, no quedaba otra que chillar para que se acabara la chingadera. ¿Si’acuerdan? Desde ixtos, repito, nos fuimos haciendo la idea de que al igual que comerse las uñas, salir de chavas en un acto escolar o ver Doña Beija, llorar no era precisamente un acto digno de nuestra masculinidá.

Ver que una chava llore no nos hace pensar en nada, pero si por casualidá vemos a un cerote chillando, ya sea en el cine, en un velorio o en el estadio, nos entra un no sé qué, una sensación mierda como de “pfff, pa’ qué vergas” y nos dan ganas de irle a decir que le haga güevos, que no sea hueco. Un buen manojo de culpa tienen nuestros tatas, pero si pensamos así, la culpa también la tienen nuestros abuelos y nuestros bisabuelos y nuestros tatarabuelos y los tatas de éstos y los tatas de éstos, etc., etc. Sin embargo, no todo es una mierda. Si tenemos clavos a la hora de expresar nuestras emociones, hagamos como el cocinero, pues, que aprovecha para llorar pelando cebollas; como el albañil, que a cada rato le entra tierra en el ojo y tiene que llorar para que salga; o como don Juanito, el sastre, que dejó de usar dedales para pincharse de vez en cuando y soltar dos tres lagrimitas. O si no, ya como la gran puta, aprovechen cuando haiga chupe, pues; con Los Tigres o con Chente (que de macho no tiene ni verga, porque siempre anda chillando por los culos) a todo volumen y los cuates de toda la vida, parquiados en algún Súper 24 o en un lote baldío, para que no chingue tanto la tira. En fin, opciones de ésas hay un vergo, muchá; no me vayan a decir que no.

Ahora bien, si ninguna les güele, hagan lo que hacía yo de ixto: destacen tres cajas de cartón; con los pedazos construyan una especie de tubo pisado (como el del papel tualet, sólo que en grande) y píntenlo de café oscuro; pela el riel si no sale tan redondito como quisieran. Con nailon verde, confeccionen un vergazal de flecos, como los que sirven para adornar los carnavales o los Corpus Cristi. Peguen todos los que puedan en un extremo del tubo, tapando la entrada y haciendo bulto; como que fuera una gran peluca. Por si no me captan, la idea es construir una especie de árbol, pues, al estilo parvulitos. Bueno, cuando ya haigan acabado, escriban la palabra “sauce” en una hoja de papel bon y péguenla en una parte visible del tronco, y ya. Lo que tienen que hacer después es esperar a sentirse hechos mierda y ¡listo! Zampen la carrera para su cuarto y, sin pensárselo tanto, métanse o pónganse el “sauce”, (como que fuera condongo) de manera que los cubra enteros y ya adentro, descósanse, pataleen y chillen que es gusto. Ahí nadie los va a chingar ni se van a burlar de ustedes; tampoco les van a decir “maricas” ni los van a ver sexistamente despectivos. ¿Por qué vos Maco? Porque así sí está permitido que un hombre chille. ¿Y por qué así sí? Porque por eso los “sauces” son llorones; y no lo digo yo, lo dicen los puetas, los trovadores y algunos botánicos. Para no asfixiarse, ábranle un par de hoyitos por ahí y ya estuvo; a manera de ojos, si quieren. Ah, que no se les olviden unos clínecs o un par de paliacates para sonarse los mocos.


¡Que les surta, pues!

8 ene 2007

COMUNICADO OFICIAL: CAYENDO DE MULAS



QUERIDOS LECTORES Y LECTORAS DEL MULA QUE ES UNO, en representación de Rafael Romero alias “Rex”, yo, Guallo Tats, ciudadano de la Bienaventurada Mulamala de la Asunción y excompinche de aventuras alcohólicas del mencionado susodicho, tengo a bien publicar la siguiente aclaración sobre los hechos acaecidos últimamente en relación con el cierre definitivo del Muladar, un aparente rincón familiar para pasarla, como decía el colochito de Agencias Guay, “en confianza, entre amigos”; un espacio virtual al que muchos y muchas de ustedes acuden periódicamente para reafirmar su identidad… ejem, ejem… digo, en busca de un momento de sana diversión y entretenimiento. Según fuentes extra-oficiales (por no decir orejas, ojetes y lenguaslargas), esto fue lo que sucedió el pasado jueves 28 de dicienbre, en “algún lugar de la Mancha, de cuyo nombre no quiero acordarme”:

10:00 AM: Rex sale de su cuchitril, se hace pasar por charamila (barba, ojeras y aliento rancio le ayudan), pide limosna a todo aquél se le cruce en su camino, ajusta para una su horita de internet y se mete a un saiber a ver porn… ejem, ejem… digo, a revisar su correo electrónico. Borrando el vergazal de correos basura que le llegan, cae en la cuenta de que es el Día de los Inocentes y decide “ver a quién agarra de mula”. 12:15 PM: Rex sale del saiber con una sonrisa de oreja a oreja. ¡Ya’stuvo!, piensa satisfecho, ¡a ver cuántos mulas caen! Parece ser que, mientras caminaba, se acordó de un sonoro talegazo que le dio una ex novia por salir con una de sus típicas bromitas de “inocentes”, pero le dio igual. Ahhh, pela la verga, de todos modos la mara agarra onda, chingadera es chingadera. A Rex, como ya es obvio, ya no le cala nada; es un llevado por mal que ni a patadas aprende. 14:05 P.M. Rex se encuentra con el talega de Pipo el Leproso; éste le cuenta que le acaban de notificar que le volverán a salir los dedos que le habían amputado. Rex lo abraza y lo felicita. Pipo se carcajea y le dice: ¡por inocente, jueputa! 17:30 PM: Rex se junta con su traida en un Macdonals y le cuenta que escribió un post contándole a la mara que el Muladar había llegado a su fin y que buena onda por todo y que sí y que no y que la gran puta. 17:35 PM: Rex es insultado por su traida debido al mal gusto de la broma y porque “qué pura mierda con la mara”. Rex devuelve el insulto, pela la mazorca y se va a la mierda sin pagar.

Dicho esto, conviene que sea sabido por todos y todas que Rex ya no es mi compadre y que, por tanta indiada pisada, ahora me cae en la punta del chile. Y no es que yo me haiga vuelto yik o hueco; no, es que simplemente uno se cansa, pues. Sin embargo, no voy a ser tan culero como él y por eso tengo a bien compartir con ustedes un pequeño fragmento de una presunta entrevista realizada por Nito Carcuz, enviado especial de la prestigiosa Pequeña Prensa, de Antigua Mulamala, para que ustedes mismos juzguen lo que proceda:

NC: ¿Sabía usté que dos patojos pisados estuvieron a punto de irse a caldo después de enterarse del cierre definitivo de su “bloc”?
R: Sí, pero lo que querían era devolverme la broma los muy mulas. Y no pudieron.
NC: ¿Cómo reaccionó al leer los comentarios de sus lectores luego de hacer pública su decisión de acabar con el Muladar?
R: Después del cague de risa en solitario, al darme cuenta de que “había agarrado de mulas no a uno sino a un montón”, hice sho y releí lo que la mara puso y me alegré de los buenos deseos y de lo que el Muladar significa para muchos, incluso para quienes no lo soportan, le tienen envidia o no suelen comentar. Güen trip, la mara.
NC: (Este ya’stá huequiando) Entonces, ¿valió la pena la bromita?
R: Aunque algunos me han dicho que la cagué, yo creo que valió la pena.

Como lo dije con anterioridá, la decisión queda en ustedes. Eso sí, si le van a perdonar la vida al cerote éste, luego no vayan a andar quejándose cuando se las vuelva a hacer, porque, como se dice, la que es puta, vuelve. Y no es que el Rex sea puta, pero sí es un regaladote para estas mierdas; se los digo yo, que lo conozco. De lo que sí estoy seguro es que el Mula que es uno todavía no cuelga los tenis y que seguirá (para mi puta mala suerte) echando punta hasta que el autor sea perseguido, secuestrado y desaparecido; o simplemente, hasta que se aburra de ser MULA y le dé por subir de escalón: al de BURRO.

Con patriotismo y miopía,

Guallo Tats
B2-11,911