4 jun 2011

¡VISTO LO VISTO, ME VOY CON REX MAMEY... AL CIELO!


Eh, sí, qué tal patojos, me llamo Romelia, pero me dicen Mela de cariño, Mama Mela para mis nietos, que Dios me los Bendiga y Proteja. A mí no me pongan a hablar así como hablan ustedes porque yo no soy estudiada ni nada de eso. A penas acabé tercero primaria. A los 17 años me casé y ya no salí de la casa. ¿Para qué? ¡No uno lo que quiere es una su buena familia pues! A Chilo, mi esposo, que en paz descanse, le di 4 hijos. Él quería más, pero ja, con eso más que suficiente. Que no fuera macho. Así le dije. Él manejaba un su camioncito, transportando zacate y caña, pero la cosa es que también le gustaba mucho el guaro. Ya hace casi 20 años que no está con nosotros, el Chilo. Figúrense que el pobre resultó diabético. Y como no hacía caso con eso del guaro maldito, un día amaneció muerto. ¡Ahí en el patio! ¡Dios me lo tenga en la Gloria! Ya sin Chilo y con mis patojos grandes (dos de ellos ya con familia y toda la cosa allá en los Estados), yo ya no tenía mucho que hacer en la casa. O sea sí pues, pero ya no como antes. Vieran que cómo me aburría. Que si una vez, cabal para la temporada de las elecciones, se me iluminó el coco, como dirían los chirices, y ese año, cuando quedó de presidente Vinicio Cerezo, ja, vieran qué alegre me la pasé con eso de las campañas y las visitas de los candidatos aquí al pueblo. ¡Todos los fines de semana venía uno! La tarima pasaba puesta en el atrio de la iglesia, o a la par de la Muni, todo el santo año. Ponían disco, traían grupos así bien chileros, así como esos del Ronal y sus bravos, o los de Nicho y sus cachorros, así de esos, vieran, y regalaban pirujitos con frijol o con aguacate y cuquitos de horchata, y también playeras, cacuchas y banderitas. Después de oír lo que nos tenían que decir y de aplaudirles y gritarles, parábamos echándole a la bailada. Va, imagínense, les estoy hablando de por lo menos unos veintilamadre de años, ¡por Dios!

A mí nunca me habían llamado la atención esas cosas de las elecciones, para qué les voa decir babosadas, pero vieran qué alegre salir a recibir a los candidatos. Y lo mejor, a parte de eso, era que casi todos eran señores, no como ahora, que hay mucha mujer metida en política. Antes no. Eran señores. La mayoría bien parecidos. Ya casados pues, pero hombres. Ay no, si Chilo me oyera, jajaja. Porque fíjense que yo depende de con quién esté platicando, así cuento las cosas. No es que sea mentirosa, no, pero es que hay que saber contar estas cuestiones porque si no, uno se mete a problemas. Yo a ustedes porque ya más o menos los conozco y no sé, viendo al Rex ahí tan chulo el ishto, pues como que me animo pues. Sí, a lo macho. ¡Lástima que el Rex no viene aquí a hacer su campaña, si no, ja! No, ya en serio patojos. Fíjense que el asunto es el siguiente: yo me hice famosa porque siempre he sido de las primeras, entre toda la amontonadera, en recibir emocionadamente y como se merecen, a todos los candidatos que vienen al pueblo. Lo hice un par de veces así de pura casualidá y me gustó fíjense. Pero lo que la gente no sabe, y ahí está el detalle como diría el Cantinflas, es que a mí la política y los partidos políticos ni fu ni fa, como se dice ahora vaaa. A mí lo que siempre me ha gustado es abrazar a los señores, darles un su buen abrazo, apapacharlos, olerlos, sentirlos. Dios me perdone, pero me acostumbré y ni modo. ¡Acaso tengo que rendirle cuentas a alguien pues! Aunque todos llegan algo sudados al pueblo, siempre güelen bien. Ja, como son de buena familia, ni modo. Algunos hasta canches, como Cerezo y Arzú, ahhh, qué caras, que ojos ustedes. ¡Huy! Yo siempre los veo como que fueran actores de cine, como los que salen en las licas.

Por mi pueblo han pasado el Mejía Víctores, el Cerezo, el Arzú, el Carpio (ay, el Carpio, que Dios lo haiga perdonado), el De Lión Carpio, su primo de él… también el Asisclo, el Alfonso Cabrera, el Serrano Elías, el sucio del Ríos-Mont, el Bershé, este… este… ¿quiénes más?… Ah, sí, el Pepe, sombrerudo él, miacuerdo… el Ayau, el Portío, el Colón, el Fritz, el Rabbé, el Shuger, el Monsanto, el Yamatei, el Arredondo, el Jarol Caballeros, el Estrada… ay, un montón ustedes, prácticamente todos los que han querido llegar al Gobierno o han llegado… y bueno, los de más ahora también: el Pérez Molina, el Baldizón, el Gutiérrez… ¡A cuántos no he tenido yo el gusto de besarrrrrrr! Si la gente me viene a buscar a mi casa, así como ustedes, es por eso, no se hagan. Yo al principio no me daba cuenta, pero salía en las noticias y en el periódico. Fue la Chabe, mi vecina, la que con los años, me empezó a controlar, la pura envidia vaaa, y ella fue la que empezó a regar la bola para que a la hora de que yo saliera en las noticias la gente del pueblo (y sobre todo los dizque politiqueros) se diera cuenta de que yo sólo pantomima era, que, dando empujones, pellizcando, jalando del pelo y parándome hasta en los chirises, llegaba hasta donde los candidatos iban caminando y me les colgaba del pezcuezo para trinc… no, este, ejem… para besarlos pues, así, de bienvenida, y qué me importaba de qué partido fueran. Y esa soy yo, a mucha honra. ¡Pero nunca lo he hecho por fama! No, así hablando lo que es, lo hago porque aunque ya esté vieja y viuda, sigo siendo mujer pues. Mis hijos ni me vienen a ver, allá lo lejos conozco a mis nietos. ¿’Tonces? Pues aunque sea que cada cuatro años me pueda entretener un mi poco, ¿no creen? A lo mejor a estos señorones les doy asco, pero como andan viendo cómo consiguen votos, tienen que besarme y abrazarme… ¡Y no soy la única! Aquí en el pueblo ya hay como cuatro o cinco, ca-sa-das, que hacen cabal lo mismo que yo. Ja. Síiii. ¿Y si nos ponemos a hablar de nivel nacional? ¡Ja, imagínense! ¡No estamos en Mulamala pues!

Lo que sí me pone un poco en qué pensar es esa moda de que ahora también las mujeres quieran ser presidentas fíjense. ¡Ésos son puros cuentos, hombre, porque rialmente los que quieren gobernar son sus mariachis! ¡Y NO ME VAYAN A DECIR QUE NO! ¿Qué voy a hacer yo entonces? ¿Qué vamos a hacer todas las amas de casa? ¿Vamos a salir a besar mujeres? ¿A la Rigo, a la Sury, a la Sandra, a la Patricia, a la Ninet, a la Baldeti? ¡CHIS USTEDES, AY NO QUÉ ASCO! En fin, patojos, todo se acaba en esta vida. Lo que estoy pensando es decirle al Rex que me lleve a dar una mi vuelta por allá onde vive, del otro lado del charco. ¿Será usté Rex? ¿Qué dice? ¿Me lleva?

Son bromas Rex, jajaja. Dios me lo bendiga oye y que tenga buen viaje. ¡A ver hasta cuándo lo volvemos a ver! Acérquese, déjeme que le de un su buen abrazo y un su besote, o dos, jajaja. ¡NO USTÉ ES EL MERO PRESIDENTE PUES! ¡AYYYY, QUÉ DICHA LA MÍA!


Imagen: http://www.laprensa.com.ni/2011/01/10/internacionales/48593